Del lunes pasado, todavía sin título, acrílico, témpera y gouache sobre papel de 50*50 cm, la composición surgió de un pequeño boceto, donde el personaje principal y las máscaras que están en segundo plano compartían protagonismo. Al final, pincelada tras pincelada, el hombrecillo fue ganando importancia, y su grito de rabia, rechinando los dientes, se impuso a las miradas de reprobación de los secundarios.
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